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Reclamamos sistemas de insolvencia personal más justos y accesibles

Ante el riesgo creciente de endeudamiento excesivo, reclamamos una regulación conjunta y unificada

El Financial Services User Group (FSUG) de la Comisión Europea, del que formamos parte, ha publicado un interesante documento de opinión sobre la necesidad de armonizar la regulación en materia de insolvencia personal en el conjunto de la Unión Europea.  

Las perspectivas de incertidumbre sumadas a las tendencias apuntadas por la Autoridad Bancaria Europea (EBA) que confirman el aumento de la inflación y la normalización de los tipos de interés elevados, conllevan el aumento de la demanda de créditos de consumo por parte de los ciudadanos. Esto supone que, a la fecha, el sobreendeudamiento es uno de los principales riesgos que enfrentan los consumidores de la UE. La situación empeora, claro, ante la situación de personas y hogares especialmente vulnerables.  

Esta situación pone en evidencia que no se puede continuar abordando los problemas de estabilidad financiera únicamente desde la perspectiva macro, sino que debe prestarse atención a la perspectiva de los prestatarios: deben promoverse sistemas de insolvencia personal justos y accesibles para hacer frente al coste del sobreendeudamiento. Hasta el momento, se observa una absoluta falta de voluntad política para abordar el aspecto personal de la insolvencia, que cuenta con soluciones diversas en los 27 estados miembros y, todas ellas, ineficaces en tanto que establecen barreras demasiado elevadas que impiden al consumidor un verdadero “reinicio”, lo que, por otro lado, contrasta con la insolvencia empresarial. 

La urgencia es ahora 

Desde 2022, los hogares han experimentado el mayor aumento de precios al consumo en décadas y el primer aumento de tipos de interés en más de diez años, aumentando su presión financiera. Para los hogares con ingresos más bajos las consecuencias son desproporcionadas, pudiendo llevar a impagos de deudas. No hay que olvidar que el coste de alimentos y energía representan una gran parte del gasto por lo que estos hogares se han visto especialmente afectados. A este mayor riesgo se suma una doble vulnerabilidad por la exposición de estas personas y hogares a condiciones crediticias peores, cuando no usureras.  

Sin embargo, la incidencia de todos estos factores no se limita a los hogares con bajos ingresos: el endeudamiento de los hogares de ingresos medios y altos ha aumentado dramáticamente; los “colchones” de ahorro se agotan. De hecho, los datos recientes muestran que los hogares de ingresos medios son los que muestran mayor riesgo de sobreendeudamiento, situándose en muchos casos en riesgo de insolvencia, sobre todo en aquellos casos en que existe un préstamo hipotecario con interés variable. Un factor adicional que no debe subestimarse es el efecto de la tasa de interés sobre el precio de la vivienda: según se advierte, a partir de los datos, el precio de la vivienda, es decir, el valor de la garantía hipotecaria. Las estimaciones apuntan a que, en un entorno de tipos de interés bajos (como el actual), un aumento de la tasa de interés hipotecaria, puede hacer caer el precio de la vivienda hasta un 15%. 

El círculo vicioso del sobreendeudamiento 

El riesgo de insolvencia sumado, a menudo, a otros factores (problemas de salud física y/o mental a veces derivados del propio riesgo y sobreendeudamiento, pero también otros como desempleo, etc.) excluyen a muchas personas consumidoras de participar en la economía, lo que tiene un efecto inmediato sobre el PIB y puede provocar una mayor recesión económica y a un incremento del coste de los sistemas de bienestar social. Esto en la dimensión interna, pero las instituciones europeas ya han advertido en reiteradas ocasiones que la ausencia de un marco de insolvencia eficaz en la UE es también un importante obstáculo para el buen funcionamiento de la Unión de los Mercados de Capitales (por ejemplo, afectando negativamente a un potencial mercado transfronterizo de valores titulizados y de crédito al consumo transfronterizo lo que abriría la competencia pudiendo mejorarse las condiciones de estos préstamos). 

En definitiva, un marco efectivo de insolvencia personal redunda en un beneficio para las personas y hogares que pueden recuperarse mejor de una situación de sobreendeudamiento pero, también, tiene implicaciones positivas para la estabilidad macrofinanciera, así como un impacto social positivo y una reducción de la exclusión financiera y la desigualdad 

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