TARJETAS: ‘Tirar’ este verano de revolving nos puede costar hasta un 19% de intereses

Aconsejamos evitar el fraccionamiento de la deuda, optar por préstamos convencionales de plazo determinado y ante cualquier problema con un producto  bancario, iniciar una reclamación ante el SAC de la entidad

Los dos repuntes anuales clásicos de compras y financiación coinciden con la campaña navideña y las vacaciones de verano, momentos en los que los consumidores deben extremar la precaución y saber exactamente cuánto van a terminar pagando y hasta cuándo. La media de precios del mercado se sitúa entre el 7%, de los préstamos al consumo, y el 18,88% de las tarjetas revolving, mucho más del doble, según los datos actualizados del Barómetro ASUFIN de revolving.  

Además del alto tipo de interés que se paga por este tipo de tarjetas, son peligrosos los reclamos que emplean las comercializadoras para tentar al consumidor con estos productos. Esta tarjetas se ofrecen a menudo de manera gratuita, con el simple propósito de acumular puntos para bonificar las compras; con el riesgo de que en cualquier momento el usuario puede activar la opción revolving, y habilitar con ello una línea de crédito sin plazo determinado que amortiza a través de pequeñas cuotas. Por tanto, tenemos una potente tarjeta de crédito con la apariencia inocua de una tarjeta de compras que ofrece ventajas.

Otro riesgo de la tarjeta revolving está en la amortización de la deuda, que puede hacerse a través de cuotas pactadas de muy bajo importe al mes. Todo lo que queda impagado genera intereses y contribuye a engordar una deuda de plazo incierto. Con un planteamiento así, el consumidor deja de ser consciente de lo que realmente debe y corre el riesgo de crear una bolsa de deuda superior, muchas veces, al capital prestado.

Consejos básicos para asegurar un verano sin sustos:

– Evitar el pago fraccionado del crédito. Siempre es mejor pagar la deuda a mes vencido para controlar mejor gastos e intereses en los que se incurre y si es posible optar por productos convencionales que incorporan un plazo determinado de liquidación y se ofrecen a precios medios de mercado.

– Si contratamos un producto o servicio, comparar precios. Y para ello, hay que interesarse por la TAE , que incluye no sólo el tipo de interés sino también el resto de gastos y las posibles comisiones.

– Cuidado con las comisiones. Comprobar qué comisiones te cargarán y en base a qué servicios prestados. No es legal cobrar por comisión no justificada o que no ha sido comunicada en tiempo y forma.

– Ante cualquier problema con la entidad, iniciar una primera reclamación. Se presenta en el SAC (servicio de atención al cliente) y es un paso imprescindible si tenemos que acudir a tribunales porque no nos han resuelto la incidencia.

– Tener activado un sistema de alertas si se hacen cargos de relevancia. De este modo, en caso de pérdida o robo de la tarjeta, la entidad nos avisará y podremos anular a tiempo.

– Disponer de toda la información ante cualquier imprevisto. Imprescindible, tener controlado un teléfono de incidencias de la entidad para efectuar las anulaciones y bloqueo correspondientes.  

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