El texto que finalmente ha podido ser aprobado establece «ser más ambiciosos» a partir de 2020 y cumplir lo acordado en París, pero deja muchos interrogantes
La cumbre del clima ha logrado este domingo cerrar un documento para aumentar la ambición climática en 2020 y cumplir el Acuerdo de París, que compromete a los países a evitar que la temperatura media del planeta suba este siglo por encima de 1,5 grados
El acuerdo, titulado ‘Chile-Madrid, tiempo de actuar’, se ha logrado casi dos días después de la jornada prevista para la clausura de la COP25 y tras unas maratonianas negociaciones que se han prolongado durante toda la madrugada. El documento ha sido aprobado por la presidenta de la COP25, la chilena Carolina Schmidt, tras un tenso debate con Brasil, que no aceptaba inicialmente dos párrafos incluidos en el acuerdo sobre océanos y uso de tierras.
Planes climáticos 2020
El texto, que llegaba muy débil ayer por la noche, logró reconducirse con la ayuda ‘in extremis’ de Teresa Ribera, a quien la presidencia chilena pidió auxilio para fortalecer un poco el lenguaje de las declaraciones. El texto aprobado tiene un mayor foco en la urgencia, que apunta directamente a reducir las emisiones
La decisión final de la COP25 “subraya la urgencia de una mayor ambición para asegurar los mayores esfuerzos de mitigación y adaptación posibles de todas las partes”. A pesar de ello, el texto es en general bastante redundante: no hay una declaración clara que anime a los distintos países a presentar planes climáticos mejorados en 2020.
Mercados de carbono
En una de las partes más importantes, los negociadores no lograron llegar a un acuerdo. En las últimas horas de las negociaciones, más de 30 países se unieron en un esfuerzo por preservar la integridad de las reglas en el mercado de carbono y evitar tanto ‘lagunas legales’ que les permitieran no reducir emisiones como la posibilidad de contar dos veces los créditos.
El exiguo resultado de esta cumbre deja a los anfitriones de la COP26 con una carga bastante pesada para motivar 2020
Pérdidas y daños
Este fue uno de los pocos aspectos donde la COP25 ha salvado los muebles. Se estableció la llamada Red de Santiago para liderar trabajos sobre la implementación o para ayudar a los países vulnerables a minimizar, evitar y recuperarse de las pérdidas y daños causados por el cambio climático. Sin embargo, el texto final es más débil que las versiones que circulaban los días anteriores.
En términos de financiación, el texto “insta” a los países desarrollados a que estén en condiciones de hacerlo, pero solo invita (nunca obliga) a la Junta Directiva del Fondo Verde para el Clima a seguir proporcionando recursos para pérdidas y daños. Otros debates como el de la gobernanza se han aplazado hasta 2020.
Océanos y Tierra
Aunque Brasil trató hasta el final de eliminar estos dos puntos de la agenda, finalmente se iniciará una nueva labor en el marco de la ONU sobre el océano y el cambio climático para estudiar cómo fortalecer las medidas de mitigación y adaptación en este contexto, así como sobre cuestiones relacionadas con la adaptación en relación con la Tierra y el cambio climático.
El exiguo resultado de esta cumbre deja a los anfitriones de la COP26, Reino Unido e Italia, con una carga bastante pesada para motivar en 2020 a los principales países emisores a reducir sus emisiones, como demanda la ciencia actualmente disponible. En el lado positivo, están el ‘green new deal‘ acordado por la Unión Europea y el nuevo compromiso de cero emisiones netas para 2050, así como que más de 70 países (de 197) se comprometieran a mejorar sus planes climáticos durante 2020.
No obstante, Londres y Roma tendrán que desplegar todo su arsenal diplomático, económico y financiero para volver a encarrilar el mundo en 2020. La atención también se centrará en la cumbre Unión Europea-China, que se celebrará en Leipzig en septiembre próximo, en la que Bruselas y Pekín podrían presentar conjuntamente sus planes climáticos para 2020.