Las principales causas de la obsolescencia programada son el fallo de algún componente de forma repentina, la ausencia de repuestos por estar descatalogados o que dejen de ser compatibles con otros dispositivos, sistemas operativos o última actualización. Y el problema es que este comportamiento poco ético por parte de los fabricantes, es cada vez más frecuente y está más normalizado.
Cada vez que algún dispositivo nos deja de funcionar sin cuestionarnos el por qué compramos otro nuevo, esto supone un gasto de dinero innecesario que afecta directamente a nuestra economía doméstica. Y no sólo esto, sino que ayudamos a contaminar el planeta.
Las formas de combatirla es crear una regulación a nivel europeo, utilizar los productos con sellos que garanticen la ausencia de la obsolescencia programada, como el ejemplo español ISSOP (Innovación Sostenible Sin Obsolescencia Programada) y exigiendo a los fabricantes que aumenten las garantías.
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