La digitalización facilita cada vez más canales de distribución masivos y herramientas sofisticadas que dificultan la detección de las estafas
Fraude financiero, promesas de inversiones falsas y esquemas piramidales o Ponzi ha habido siempre, pero la digitalización y el uso masivo de plataformas sociales ha operado cambios fundamentales: los estafadores cuentan ahora con redes de distribución masiva, con las que consiguen ganancias muy cuantiosas: “Si el modus operandi clásico era dirigirse a un pequeño ahorrador y estafarle por una cantidad considerable, de 20.000 euros; ahora compensa dirigirse a 20.000 afectados y robarles 100 euros; la diferencia, dos millones de euros, es enorme”, explicó Antonio Gallardo, experto económico de ASUFIN en un webinar sobre estafas financieras.
Estamos en un momento de transición con un perfil mixto: “Convive esa persona conservadora a la que se capta con promesas de inversión, normalmente mayor, con otro tipo de perfiles que están mudándose a más jóvenes”, señaló Gallardo.
A este perfil joven se le “vende” un sueldo complementario. Se trata de un consumidor muy intensivo en redes sociales, que visiona vídeos donde se ve lo fácil que es generar riqueza rápida, al calor de productos como las criptos. En definitiva, “que tiene un conocimiento digital amplio pero un desconocimiento financiero relevante”.
Gallardo también puso el acento en las cosas que nos deben hacen sospechar, como que nos ofrezcan rentabilidades extraordinarias con bajo riesgo: “Ahora afrontamos tipos en el 2,7%, si conseguimos un depósito al 1,5% es algo heroico; imaginemos si nos ofrecen una rentabilidad sin riesgo al 5%, eso nos debe hacer sospechar”.
Otra cuestión importante es si hemos tomado la precaución de contratar el producto de inversión con un banco, es decir, entidad regulada y supervisada. En la medida en que está regulada, tenemos la garantía de que hay un organismo superior que va a responder, y al estar supervisada, tenemos la confianza de que son entidades que cumplen con unas garantías económicas de solvencia. Es decir, podremos llevar nuestro caso por la vía judicial con altas probabilidades de éxito, “hay una solvencia que las apoya y el cobro lo tenemos garantizado”, señaló Gallardo.
En este sentido, una señal de alarma es que la sociedad de valores opere fuera del control legal y regulatorio de nuestro país, lo que afectaría a las reclamaciones, ya que lo más probable es que esa empresa “sea hueca, no tenga nada detrás, y que el defraudador coja el dinero y huya”.
Por eso es recomendable acudir al registro de la CNMV o el Banco de España (https://www.cnmv.es/portal/indiceperfil?id=5&lang=es), así como verificar que nuestra inversión tiene el “apellido” ISIN (https://www.cnmv.es/portal/ancv/codigoisin?lang=es): “Todas las inversiones, sean nacionales o internacionales, si cumplen con legalidad tienen ese código”.